Retratos de antaño, P.L.Coloma (Madrid, 1895)
Juan Pablo de Aragón-Azlor y Zapata de Calatayud
nació el 24 de enero de 1730 en la localidad de Pedrola, provincia de Zaragoza, en el seno de una antigua y noble familia aragonesa.
(Un reportaje profusamente ilustrado del palacio ducal de Villahermosa en Pedrola puede consultarse en
Huérfano de madre a los tres años, su padre, Juan José de Azlor y Urríes, fallece cuando él tiene dieciocho. Desde entonces será Grande de España y ostentará varios títulos nobiliarios como los de IV conde de Guara, VIII conde de Luna, XI conde de Cortes, señor de la baronía de Panzano, XIV señor de La Zaira (Zaragoza), etc. Será en 1761, al fallecer su tío, José Claudio de Aragón Gurrea y de Castro, soltero y sin sucesión, cuando se convierta, además, en XI duque de Villahermosa.
Manuel Ovilo y Otero, en sus Memorias para formar un catálogo alfabético de los españoles, americanos y extranjeros célebres que más se han señalado en España desde el año 1200 hasta nuestros días, en todas las carreras, erudito trabajo publicado en Segovia en 1854, incluye a don Juan Pablo entre los españoles más señalados de su tiempo y dice de él:
[...] distinguido humanista, cursó en la universidad de dicha ciudad (Zaragoza) artes y jurisprudencia con mucho aprovechamiento, hizo también progresos en literatura, ciencias exactas, historia y otras cosas dignas de estudio, haciéndose por medio de esto tan importante en la república de las letras que mereció especial mención por D.Antonio Pellicer en su dedicatoria del Ensayo de una Biblioteca de Traductores Españoles (Madrid, 1778)
Efectivamente, en la dedicatoria de su Ensayo, Pellicer se dirige al señor duque de Villahermosa en los siguientes términos: [...] ¿Quién ignora que entre las tareas literarias de V.E. ocupa un lugar principalísimo el estudio de la erudición nacional, el cultivo y perfección de nuestro idioma y el conocimiento de los buenos y curiosos libros? Noble y honesto exercicio que basta por sí solo para hacer a V.E. tan ilustre y distinguido en la República de las Letras como lo es por el alto lugar que ocupa en la Grandeza [...]
Miembro destacado del muy aristocrático y reformista "partido aragonés", encabezado por el conde de Aranda, presidente del Consejo de Castilla (1766-1773), fue generalmente reconocido como intelectual y estudioso de prestigio. Y como simpatizante del pensamiento enciclopedista de los nuevos filósofos. Fue académico de número de la Real Academia Española, de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País y de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, consiliario (consejero) de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando y socio y protector de la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País. Y, además, caballero de la orden del Toisón de Oro y gentilhombre de cámara de S.M. Carlos III, con ejercicio. Y, por si todo esto fuera poco, fue también curioso viajero, habiendo emprendido en su juventud un famoso viaje a la Corte Imperial (Viena) donde ejercía labores diplomáticas (1750-1754) su tío, don Antonio de Azlor, durante el cual escribió un "diario" con interesantes observaciones literarias y artísticas; diario que no dejó de escribir hasta pocos días antes de su muerte.
Conocidos fueron sus amores con María Ladvenant, muy estimada primera actriz de los coliseos madrileños, admirada por Cadalso, Moratín y Jovellanos, que murió en 1767, a los 24 años, abandonada por su protector, el señor duque, que la dejó en una deplorable situación económica, quedando desamparados sus 4 hijos de corta edad - de confusa paternidad - quienes fueron acogidos en varias casas de la aristocracia madrileña.
Grabado anónimo. Museo del Teatro (Almagro)
Pero el acontecimiento que marcó su vida decisivamente fue sin duda su nombramiento (1764) como agregado del embajador de España en París (1764-1773), conde de Fuentes, que también formaba parte del ilustrado grupo de Aranda. En esta época comenzó a reunir una biblioteca que años más tarde sería considerada de las más importantes de Madrid. Y una valiosa colección de "estampas" o sea, de grabados, pues entre sus proyectos se encontraba el de elaborar una "historia del grabado desde sus orígenes".
Precisamente será en París donde entre en contacto con los círculos enciclopedistas de D'Alambert y Voltaire, alcanzando el privilegio de obtener permiso para leer libros prohibidos. Allí asistió a los salones donde se debatían las nuevas ideas y se relacionó con las primeras figuras del enciclopedismo ilustrado.
Salón de Mme Geoffrin (París)
En mayo de 1769, casi cuarentón, concertó con el embajador conde de Fuentes, Joaquín Atanasio Pignatelli de Aragón y Moncayo, su boda con la hija del conde, doña María Manuela Pignatelli y Gonzaga, a la que ni siquiera conocía. Y en París vive la pareja los primeros años de matrimonio, frecuentando la corte de Luis XV, los círculos enciclopedistas y el salón de Mme Geoffrin, insertos ambos en una auténtica vorágine cortesana, intelectual y política, muy del gusto de don Juan Pablo pero poco agradables, en opinión del jesuita padre Coloma (Retratos de antaño. Madrid, 1895), para la “monjita Pignatelli”, como era conocida la joven esposa del duque en los ambientes mundanos.
Porque la joven Pignatelli, criada austera y honestamente en el convento de las Salesas Reales de Madrid, siempre rechazó los excesos de Versalles en cuya sociedad sus padres jugaban un activo papel, así como, por supuesto, los ambientes intelectuales en los que tan a gusto navegaba su señor marido...
...quien, entre 1778 y 1783 reanudará sus labores diplomáticas en el extranjero, empeñado Floridablanca en alejarle de la corte, temeroso de las intrigas que se le atribuían como miembro destacado del grupo reformista de Aranda. Esta vez el destino fue el reino de Cerdeña, regido entonces por la casa de Saboya. Bien entrenado en Versalles se distinguió en Turín por la esplendidez y fastuosidad de las fiestas que ofrecía. Pero en 1783 se le concede el retiro al duque y con ello cesa su actividad política. Es entonces cuando decide instalarse en Madrid. Y para ello había adquirido en 1771 el caserón de la duquesa viuda de Atri en la carrera de San Jerónimo, frente al Salón del Prado, donde emprenderá importantes reformas cuando logra salvar las dificultades que se le presentan para deshacerse del heredero de la duquesa, el abate de la Mirándola, que tardó varios años en abandonar el inmueble alegando dudosos problemas de salud. Y es que , sin duda, no quería dejar aquella casa que tanto había significado para él y para su amada Leonora. |
En el arte de imprimir llámanse "trabajos de remendería" a aquellos de pequeño formato que se ejecutan en ciertas prensas llamadas "minervas". Y al amparo de la diosa romana de tal nombre, patrona de los artesanos, comienza la singladura de este blog que solo tiene por objeto entretener al curioso lector recuperando la memoria de algunos olvidados personajes que protagonizaron algún instante de la vida madrileña en modestos trabajos de "remendería" histórica.
martes, 16 de febrero de 2016
1.3 Entra en escena el duque de Villahermosa
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